Análisis de Detroit Become Human para PS4

Análisis de Detroit Become Human


Lo que más me intriga de este fabuloso juego de Quantic Dream, es la forma tan inteligente en que la mecánica de jugabilidad desarrolla los eventos interactivos, haciendo que las decisiones que tomo en su aventura gráfica alteren el resultado final de la historia y de cada uno de los relatos en paralelo que se separan por el tiempo y el espacio. Narra las desventuras de unos androides que adquieren consciencia y deciden liberarse de la esclavitud en la que viven porque sus creadores, los humanos, los tratan como si fueran piezas inservibles de chatarra. Ahí tengo que controlar a Kara, a Connor y a Markus y sentir una tensión implacable cuando mis decisiones afectan su destino. Son personajes que tienen pozo emocional y simpatizo con sus acciones porque a través de ellas se habla de temas tecnológicos, filosóficos, como la naturaleza de la inteligencia artificial, la robótica cognitiva, la forma sofisticada de segregación y la libertad de los individuos que son oprimidos por un sistema. El motor gráfico concibe una animación de captura novedosa, fotorrealista cuando imprime los gestos y los movimientos de los protagonistas interpretados por Valorie Curry, Bryan Dechart, Jessie Williams y hasta el popular Clancy Brown como el detective Hank Anderson. También el estilo visual, con gran atención a los detalles, que crea atmósferas lóbregas cercanas a las distopías de ciencia ficción de Phillip K. Dick e Isaac Asimov. Puede que los controles no sean tan efectivos y haya algunas inconsistencias entre las crónicas de los divergentes, pero me resulta cautivador que un videojuego esté sujeto a mecanismos de elección para suscitar emociones y giros inesperados, sobre todo al resquebrajar la barrera determinista incrustada en las típicas estructuras narrativas. Me parece entretenido, profundo, muy profético, sujeto a múltiples significados.

Calificación: 8/10



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