Hace alrededor de una década conocí la saga de Lost Planet, desarrollada y publicada por Capcom, en el tiempo en que adquiría la consola PlayStation 3. El primer juego de la saga, titulado Lost Planet: Extreme Condition, se convirtió en uno de los primeros que pude jugar en la consola de Sony y, aunque no suponía nada fuera de lo habitual, me parecía bastante entretenida su jugabilidad de disparos en tercera persona y recompensas de energía para disparar y finiquitar a unos alienígenas llamados Akrid, en un planeta peligroso que pasa por una glaciación brutal en su atmósfera. El protagonista incluso estaba modelado en Lee Byung-hun. En el segundo juego de la saga, Lost Planet 2, estaba más orientado al multijugador y la campaña cooperativa, aunque repetía la fórmula sin muchas sorpresas (exceptuando que el ecosistema helado del planeta se había derretido). La tercera entrega, Lost Planet 3, nunca la pude jugar en el tiempo de su estreno (2013), pero como nunca es tarde para lograr un objetivo han pasado cerca de siete años hasta que por fin la he adquirido y la he podido terminar en la PS3, y, a decir verdad, no me causa ningún tipo de sorpresa y representa, al menos para mí, una rotunda decepción con relación a los dos entregas anteriores.
Lost Planet 3, esta vez desarrollado por Spark Unlimited y publicado por Capcom, es un juego que incorpora los mismos elementos de disparos en tercera persona de los antecesores y aprovecha las posibilidades gráficas del motor Unreal Engine 3 para concebir el mundo frígido de E.D.N. III con un tono más atmosférico que, a veces, construye un híbrido con el survival horror en algunos espacios donde la jugabilidad se torna bastante siniestra con los insectos térmicos que salen de orificios en las paredes de las cuevas oscuras y congeladas, en un mundo abierto que no es tan grande, a pesar de que tiene varios lugares para recorrer y los peligros asechan. Sin embargo, por alguna razón la mecánica de correr y disparar a bichos en la nieve en esta ocasión pierde el factor de diversión porque se cae por el abismo de la rutina con la presentación de misiones secundarias que no son necesarias y de unas misiones principales que motorizan una narrativa algo previsible y hueca que está poblada, mayormente, de una reincidencia de jefes y de unos personajes estereotipados que nunca escapan a un desarrollo convencional, especialmente el personaje principal sin ningún tipo de carisma que se la pasa andando en un robot gigante haciendo trabajos repetitivos en medio de tormentas invernales.
La historia de este episodio es una precuela que se sitúa varios años antes de los eventos de Lost Planet: Extreme Condition y muestra los inicios de la colonización del planeta EDN III en manos de la corporación NEVEC. El protagonista es Jim Peyton, un anciano moribundo que tiene parte de su cuerpo enterrado debajo de una piedra y se toma sus últimos minutos con vida para contarle a su nieta cómo llegó al planeta. Mediante unas cuantas escenas retrospectivas que son bastante largas, Jim relata lo que le sucedió cincuenta años antes cuando aterrizó en el planeta y fue contratado por la empresa NEVEC para desempeñar quehaceres de extracción de los recursos E-Term de EDN III, gracias a sus destrezas para maniobrar los mecha. Inmediatamente se familiariza con el entorno de trabajo y conoce al Dr. Kendric Kovac, al director de operaciones Phil Braddock, la doctora Roman, al técnico Gale y al piloto del equipo Rig Laroche. Y acepta tareas difíciles en el clima extremo y hostil del planeta con el único fin de ganar algo de dinero para mantener a su familia que lo espera en la Tierra.
El problema fundamental de la narrativa del juego es que, en cierta medida, los personajes que presenta son unidimensionales hasta el punto de solo responder a estereotipos de una manera superflua y, además, lo sucesos relatados son predecibles con las vías comunes que atraviesa el héroe ordinario destinado a salvar a un pueblo. Esto se ilustra cuando Jim, en medio de su jornada laboral de matar alienígenas y reparar equipos dañados en las plataformas de las bases, sospecha de un sabotaje y su investigación lo lleva accidentalmente hasta una base abandonada donde encuentra a “Los olvidados”, una colonia de sobrevivientes de la primera expedición financiada por NEVEC que fueron abandonados por la industria durante más de 30 años y cuya accidentada existencia había sido ocultada por fines políticos.
El giro no solo sirve como detonante para revelar el lado malvado de NEVEC, sino, también, la justificación ética del protagonista que ha sido manipulado por la compañía porque pensaba que su expedición era la primera en aterrizar en el planeta. Como es de esperar, el héroe, Jim, se hace amigo de los pobladores, incluyendo a su líder Soichi y su hija Mira, mientras realiza algunas misiones matando Akrid gigantes y abriendo los viejos de depósitos de armas para ganarse la confianza de ellos, a cambio, por supuesto, de preservar el hallazgo en secreto. Pero luego empiezan los barullos cuando Jim regresa a la base de Braddock varias semanas después y es puesto en una balanza moral que lo pone a decidir entre ayudar al pueblo oprimido que conoce el funcionamiento interno de los recursos energéticos del planeta o, por el contrario, aceptar las órdenes de capturar a los desertores, de unos superiores megalómanos que anhelan apropiarse de los monopolios naturales a punta de pistola.
Por otro lado, la jugabilidad de Lost Planet 3 repite la fórmula de disparos en tercera persona por la que se dieron a conocer los dos primeros juegos, donde usualmente avanzo en la narrativa de Jim corriendo y disparando a los Akrids que me encuentro en las grutas tan gélidas como un refrigerador. Los controles son más o menos los mismos. Controlando a Jim puedo avanzar a través de acciones como correr, apuntar, disparar, esquivar y revisar objetos. Esas acciones me permiten atravesar el desarrollo de la historia a través de las misiones principales, así como unas misiones secundarias que habitualmente consisten en recolectar ítems, cazar todo tipo de akrids, colocar postes de energía y asistir a los compañeros colonos en lo que necesitan. Durante la batalla, Jim se regenera automáticamente si recibe un daño considerable y, por el contrario, si cae abatido se repone en el último punto de guardado. La campaña guarda el progreso de forma automática.
A diferencia de los predecesores, deja de lado la linealidad y adopta elementos de mundo abierto y RPG de acción con los que puedo explorar libremente algunas de las bases y guaridas del planeta EDN III, además de interactuar con los personajes no jugables con los que desbloqueo nuevas misiones secundarias, así como la compra de objetos y la incorporación de mejoras para el equipo en las tiendas. La energía térmica ya no está atada al soporte vital del personaje, por lo que no hay que preocuparse a que se agote. La energía térmica se emplea, además, como una moneda para realizar las compras de armas y las mejoras para el mecha, y se puede recoger eliminando enemigos y jefes que hallo en el trayecto. El repertorio de armas incluyen el rifle francotirador, ametralladoras, pistolas, escopetas, cuchillo y granadas, cada una con una potencia de fuego diferente para luchar contra los akrids más agresivos a ciertas distancias. Cada una de esas armas las obtengo al comprarlas con energía térmica en la tienda de Birdie, y las mejoras para el mecha las compro en el taller de Gale a cambio de divisas especiales.
Si bien, la jugabilidad de disparos en tercera persona es un poco regular y tiene sus momentos, pronto me invade una fatiga que me congela las manos como un témpano de hielo cuando a lo largo de la campaña combato con mi rifle de asalto el enjambre de alienígenas que suben a la superficie. El sistema de combate se torna algo rígido y poco dinámico por las limitaciones de movimiento del personaje. Jim, quizá por el traje que tiene puesto, es demasiado lento para batallar a múltiples enemigos y su resistencia se agota con solo recorrer unos pocos metros del enemigo, dejándome vulnerable para que el artilugio de correr y disparar manifieste una tensión que, desafortunadamente, nunca llego a sentir. Ciertamente tiene unas cuantas misiones en la que los akrids atacan por doquier en espacios bastante claustrofóbicos que me obligan a pensar rápidamente para matarlos y escapar para cambiar la estrategia de enfrentamiento. Pero a fin de cuentas son enemigos fáciles de derrotar que no suponen para mí ningún reto serio o una recompensa que valga la pena. Lo mismo sucede con el mecha de guerra bípedo que maniobro desde una perspectiva en primera persona y con el cual me puedo desplazar más rápido por el mapa. Combatir a akrids gigantescos desde la cabina del robot, donde frecuentemente debo bloquear y taladrar, posee un esquema de controles bastante torpe que solo despoja el efectismo de la jugabilidad. Todo se repite inútilmente hasta que la inconsistencia me aburre cuando elimino a los mismos akrids pequeños, presiono paneles de control para abrir puertas cerradas, reparo los mismos equipos averiados y soy también testigo de un reciclaje de jefes (comúnmente en forma de cangrejo, arañas y escorpiones) que, sin ningún tipo de desarrollo, se convierten en una completa pérdida de tiempo que solo refleja la flojedad creativa de los desarrolladores. La repetición sin asombro simplemente se transforma en un estorbo.
A diferencia de los juegos anteriores de la serie, que fueron desarrollados internamente por Capcom, el juego está desarrollado externamente por la ahora desmantelada Spark Unlimited. Este es, por así decirlo, el penúltimo juego que ellos desarrollaron. Para el aspecto gráfico utilizan las modificaciones del motor Unreal Engine 3 para la creación de los escenarios y los modelos tridimensionales de los personajes. El equipo de desarrolladores de Matt Sophos lo ejecuta para crear un mundo medio abierto que es bastante atmosférico diseñando los climas extremos del planeta EDN III y renderizando las colinas, las instalaciones subterráneas, los volcanes activos, los tejidos de las cavernas, el crepúsculo invernal, como si fuera un mundo cuyo ecosistema está compuesto por una réplica de la Antártida. Se preocupa por transmitir el clima de invierno con una coloración fría que es increíblemente vistosa en los escenarios abiertos, así como los interiores oscuros que evocan algunos elementos visuales del survival horror, particularmente acompañados de una partitura de cuerdas que parece arreglada por un compositor poseído por el demonio.
Sin embargo, a veces el motor de física dura un buen rato cargando las texturas de los modelos y detallando ciertos objetos. Las cinemáticas no se pueden omitir. Y son muy frecuentes los bugs visuales donde parece que el personaje queda atascado en las paredes, además de una pérdida recurrente de tasa de fotogramas durante las conversaciones con los NPC o durante los combates con varios akrids. Los modelos de los personajes se ven un poco genéricos y su gestualidad parece la de maniquíes que ni siquiera pestañan, como si se tratara de un mod para emular gráficos de PS2. La cara de tonto de Jim solo confirma mis dudas.
Supongo que la única razón por la que lo he jugado es porque las dos primeras entregas de ‘Lost Planet’ me resultan entretenidas y me dan esa sensación de satisfacción cuando presiono los botones para acabar con los bicharracos extraterrestres. Aquí no encuentro nada de eso. A veces me dan ganas de abandonarlo. Su jugabilidad es aparatosa y adormecedora, más allá de la ambientación proporcionada por las texturas del Unreal Engine 3. De nada sirve que tenga un multijugador en línea en el que se puede acceder a un modo cooperativo entre varios jugadores o el típico modo de equipos para efectuar las mismas misiones rutinarias. Se extiende innecesariamente durante más de ocho horas agónicas y en todo el transcurso siento como si no hubiera ningún propósito real más allá de su historia porque, desgraciadamente, no hay un impulso emocional ni grandes revelaciones detrás del relato predecible del héroe blando que montado en su mecha salva a los oprimidos del comandante maquiavélico que desea controlar los recursos del planeta que ellos conocen. No hay ningún personaje que se destaque. Y todas las interacciones se reducen a lo mismo: conversar con gente molesta de la base y cumplir labores que a menudo involucran andar a pie en un mecha redundante que avanza a paso de tortuga para reparar paneles y, asimismo, apretar el gatillo para liquidar a enemigos patéticos a cambio de un dinero que no sirve para nada más allá de comprar las pocas armas que hay disponibles y las mejoras del vehículo robótico. Como precuela, no ofrece nada nuevo y su resultado es tan frío como un cubo de hielo.
Desarrolladora: Spark Unlimited
Distribuidor: Capcom
Año: 2013
Género: Disparos en tercera persona, Acción,
Consola: PlayStation 3 (PS3)
Calificación: 5/10
Año: 2013
Género: Disparos en tercera persona, Acción,
Consola: PlayStation 3 (PS3)
Calificación: 5/10
Tráiler del juego
Análisis de 'Lost Planet 3' para PlayStation 3 (PS3), desarrollado por Spark Unlimited y publicado por Capcom.
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